“No compartas palabras, sino experiencias que recordar”

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Cartel Taller de Oratoria para Emprendedores y Jóvenes Empresarios AJE

El título que encabeza este texto resume a la perfección la segunda parte del Taller de Oratoria que empezamos a contar en el artículo anterior.

En este punto de la jornada Alejandro Román compartió con nosotros lo que él considera en conjunto la regla de oro, que si se cumple “todo saldrá bien”:

1. Hablar siempre de aquello que se conoce, bien por conocimiento bien por experiencia.

2. Desear transmitir y emocionarse haciéndolo.

El primer punto es relativamente fácil. Pero el segundo…¿cómo emocionarse y emocionar al público?

Según expertos, la comunicación eficaz depende un 60% de la comunicación no verbal, un 33% de la comunicación verbal o paraverbal y un 7% de la estructura del discurso.

Y a la hora de comunicar hay que tener en mente este hecho.

Comunicación no verbal

La clave es “que nada transfiera en lo que tu cuerpo tiene que hacer de forma natural. Da libertad a tu cuerpo para que transmita como tiene que hacerlo”.

Intervienen los siguientes aspectos:

La mirada. Alejandro Román afirma que allá donde se mire va la energía. Por eso, es aconsejable que el grupo de asistentes estén concentrados o situados en un mismo ángulo, y distribuir la mirada entre los asistentes. Si no se tiene visión del público, porque está a oscuras o es un auditorio grande, se recomienda mirar en “M” o “W” haciendo un ligero movimiento de cabeza.

La mímica. La expresión de la cara debe ser natural y espontánea.

Los gestos. Las manos hay que dejarlas libres, que se muevan voluntariamente, sin pensar en qué movimientos están haciendo. Estas ayudan a transmitir el mensaje.

La posición. Una posición que aporta confianza y estabilidad, y que a la vez permite un ligero movimiento, es soportar el 90% del peso en una pierna y el 10% en la otra e ir alternando.

El porte. La espalda y los hombros deben estar rectos para transmitir seguridad.

 

Comunicación paraverbal

En la comunicación eficaz interviene la manera en la que se habla: con qué velocidad, con qué volumen y con qué modulación.

Según qué y cómo se quiera transmitir es posible “jugar” con estos aspectos, sabiendo lo que comunica cada uno.

– La velocidad puede ser media (la manera en la que hablamos normalmente), rápida, muy rápida o “estrepitosa” (las palabras se pisan, el mensaje es casi inentendible), y lenta, muy lenta, o “a cámara lenta”. Asimismo debemos conocer el buen uso de la pausa.

– El volumen puede ser medio, alto, muy alto o grito, y bajo, muy bajo o susurro. Al igual que sucede con la velocidad, es recomendable conocer el buen uso del silencio.

– La modulación. La voz grave y la voz aguda transmiten mensajes diferentes y pueden caracterizar a una persona. Por ejemplo, una voz grave transmite autoridad, seriedad.

Se puede jugar con las voces según qué queremos comunicar, y, aunque requiere tiempo de práctica, hay que saber que esta posibilidad está ahí.

 

Estructura del discurso

Aunque la estructura del discurso en sí no sea lo más importante en la oratoria, hay que prestarle atención ya que es lo que da forma a la charla y, al fin y al cabo, es el contenido lo que interesa al público.

Introducción. Es el momento más importante de una intervención sobre todo porque, en general, es el momento de más ansiedad y de mayor miedo a hablar en público. “Si esta parte del discurso sale bien, el resto también”. Alejandro Román aconseja prepararla muy bien para que nos aporte la confianza necesaria para continuar, y de manera que enganche, suscite interés y capte la atención del público.

Contenido. De igual forma, Román recomienda optar por la técnica del storytelling, por una historia con la que, a través de la descripción, el público sea capaz de imaginarse y ver aquello que escucha. “La gente quiere historias. No compartas palabras, sino experiencias que recordar”.

Conclusión. Para terminar el discurso sugiere finalizarlo con una recomendación y dando las gracias.

 

En resumen, a la hora de preparase una exposición en público hay que, en primer lugar, plantearse los objetivos que se pretende conseguir con la misma; después conocer el perfil de los asistentes y el lugar en el que tendrá lugar, para adaptar el mensaje; tras esto, elegir el o los temas de los que se va a hablar; y finalmente darles forma y sentido con, por ejemplo, una historia.

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